PROBANDO WEB III

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Que las pastillas estén gastadas no tienen que dar un tacto sin firmeza.

A veces notamos que nuestros frenos de disco hidráulicos tienen un tacto “chicloso”. Esto puede ser debido a dos factores, que el sistema tenga algo de aire, o bien que el líquido de freno esté contaminado y no tenga la misma capacidad de compresión.
En el apartado de frenos hidráulicos encontraremos los que funcionan con líquido de freno Dot y los que lo hacen con aceite mineral.
También nos encontramos con frenos de depósito abierto y de depósito cerrado. Las diferencias vienen dadas a la hora del sangrado. Así, los frenos que llevan el depósito abierto se sangrarán sacando la tapa del mismo, y los que tienen el depósito cerrado, al sangrarlos, el drenaje se hará sacando un tornillo o tapón.
El sangrado consiste en sacar del sistema todas las burbujas de aire que no permiten que el freno tenga un tacto óptimo y su poder sea escaso. Podemos usar el método más extendido, que consiste en meter el líquido mediante una jeringa al sistema y este empujará el aire hasta el depósito dejando libre el sistema de las burbujas. Una vez inyectamos el líquido para que arrastre el aire, tendremos que ir drenando el depósito. Esta operación tendremos que repetirla hasta con rmar que no existe ninguna burbuja dentro del sistema. Este método es válido con los dos tipos de freno. Una vez hemos terminado el sangrado comprobaremos que no tenga ninguna fuga de líquido por el tornillo o el depósito. Recordemos que este es un método básico y que según el fabricante de freno hará alguna variación de este método. Ya por último haremos actuar la maneta por si queda alguna burbuja difícil dentro de la maneta.
Otro sistema es el usado en los frenos de las motos, pero esto sólo lo podremos hacer si contamos con freno de depósito abierto. El método consiste en abrir el depósito del líquido, manchar un par de veces la maneta hasta tener presión, aguantamos, abriremos el tornillo de sangrado de la pinza y expulsará el líquido con aire. No soltaremos la maneta hasta que el tornillo sea nuevamente apretado. Después llenaremos el depósito lo que haga falta y repetiremos la operación hasta que el freno quede libre de burbujas de aire.
Ya con estos dos métodos podremos combatir el tacto chicloso y darle el verdadero poder a nuestros frenos.

:: PROBANDO WEB II

Salir de Europa para viajar a África es sólo un paso si vivimos en España. Marruecos es una destino habitual para los turistas de nuestro país. Viajar al mundo vecino es una mezcla enorme de sensaciones.

MarruecosHay muchas maneras de acercarse a las montañas. Andando, el movimiento de la cadera actúa como un péndulo que funde el tiempo en el espacio, dejando surcos profundos. El serpentear del coche por los toboganes agrietados de asfalto, en cambio, acelera un tiovivo de paisajes que recorre largas distancias tras las ventanillas. ¿Cómo unir ambas cosas cruzando el Alto Atlas? ¿Cómo recorrer largas distancias sin renunciar al contacto con todo cuanto nos rodea? Al equipar con alforjas la mountain bike, mi hermano y yo hallaríamos, el pasado abril, el punto intermedio entre lo intenso del viaje a pie y lo ubicuo del deslizarse a motor. Siete etapas de 100 Km. arrastrando 15 Kg. nos permitieron unir sin vehículo de apoyo Marrakech y Midelt y cruzar el Atlas dos veces. Durante la ruta ascendimos hasta pegarnos a las nubes, rodamos a través de largas gargantas, de palmerales, de bosques de todo pelaje, en los huecos de antiguos glaciares…pero no renunciamos a perdernos también en lo hondo de los ojos antiguos que moran las altiplanicies, en el alboroto de enjambres de niños, entre formas de vida casi extinguidas... El periplo no arrancó en el embrollo del trá co espontáneo de Marrakech, sino en una librería de viajes enclavada en la pulcra cuadrícula del Ensanche barcelonés. La clase de olla donde al caldo de la curiosidad se le añade la sal necesaria. Sobre la mesa, revistas, libros, mapas a distintas escalas, radiografías cartográ cas, ríos, líneas de coloreadas, símbolos y relieves bidimensionales que intentábamos alzar mentalmente. Sabíamos que, partiendo de Marrakech (466 m.), cruzar el Atlas en dirección sur por el collado de Tichka (2.260 m.) sería relativamente sencillo con buen tiempo. Rodar luego hacia el este en las ondulaciones paralelas a la cara sur de las montañas, tampoco debía preocuparnos. Lo que no teníamos para nada claro era cómo cruzar el Atlas de vuelta, en dirección a Fez, destino inicial de la ruta. El Túnel del Legionario conducía a la garganta del Ziz, el paso al sur de Fes, reconocible ya en mapas del siglo XV. Sin embargo, optamos por escoger la línea oblicua que remonta el río Dades hacia Tizi-n Ouano, un collado a casi 3.000 m. ¿Y luego qué? Nada menos que 200 Km. de pista por encima de los 2.000 m. ¿Dónde dormir? ¿Qué comer? Deberíamos hallar respuestas sobre la marcha. Por eso incluimos en el equipaje fundas para el saco y mantas y ropa térmica y el potabilizador de agua en gotas. La ruta estaba subrayada ya en el mapa, un empalme de líneas rojas y blancas entre símbolos y nombres desconocidos que se volverían imágenes con el girar de las bielas.

NOS VAMOS
Este viaje es muy de nuestro tiempo, un hijo de los nuevos vuelos de bajo coste que parten de Girona. Aterrizamos al ponerse el sol y encontramos el aeropuerto de Marrakech en obras, preparándose para acoger el creciente ujo de pasajeros. A contrarreloj, montamos en las mountain bikes y nos vimos engullidos por los conos de luz de un organismo en movimiento articulado por una maraña de seres rodantes de lo más diverso.MarruecosEn el arcén invisible, ciclistas tranquilos montaban bicis rechinantes, las motocicletas trompeteras cargaban tanto fardos como pares de chavales que se sorprendían al vernos. No había apenas semáforos. Si un peatón se adentraba en la jungla de asfalto, los vehículos recalculaban trayectorias con naturalidad, si una moto adelantaba a un ciclista, el resto anticipaba su movimiento. En general, había tan poca urgencia y tal atención al volante que se resolvía cualquier imprevisto sin alarmismos. A un tiro de piedra de los semáforos de Europa, el desorden aparente de Marrakech se destapó aparentando un ruidoso desorden, interioridades de no encaje. Por un día, derivamos entre las mareas que día y noche moldean el zoco y la plaza de la gran ciudad del sur a 400 m. de altura. Luego abandonamos sus muros entre ciclistas, burros de carga y coches. A lo lejos, la pared del Alto Atlas se agrandaba poco a poco con sus techos nevados de 4.000 metros. La carretera se fue empinando hasta adquirir la pendiente suave y continua que nos llevaría hasta el primer escollo del viaje: el paso de Tichka, a 2.260 metros. Hasta entonces, los poblados de cemento visto se convirtieron en algo parecido a áreas de servicio para un trá co escaso: colmados minúsculos, chiringuitos donde beber zumo, te, comer cous-cous, souvenirs…El verde apareció pronto: alternadamente transcurrimos entre retales de bosque, hileras de cactus carnosos, cultivos... Al color pardo de la tierra y la roca se le superpuso una intensidad vegetal que nos acompañaría durante casi todo el viaje. En el tramo nal del puerto, tras dormir en la “asociatión pour le developement” de Taddert (muchos pueblos tienen una), las rampas se endurecieron y un viento frontal arremetió contra nosotros. Si en una rampa subíamos a 16 Km./h., tras girar 180 grados, lo hacíamos sólo a 9 Km./h. Las rachas de aire nos obligaban a compactarnos sobre la bici, a bajar la cabeza y coger fuerte el manillar entre los gritos de ánimo de los turistas de 4x4, los únicos vehículos aparte de los viejos camiones de mercancías marroquíes.Marruecosal inicio de la bajada el viento no cesó: sin darle a los pedales, las ruedas simplemente dejaban de girar. Al aumentar la velocidad las ráfagas se tornaron impredecibles y nos obligaron a extremar la conducción. En los pliegues de la roca, las carambolas del aire tan pronto nos empujaban hacia la pared como al carril contrario. Todo cambió al tomar la carretera secundaria en dirección a Telouet, el pequeño poblado anexo a la lujosa kasbah de más de 200 años, habitada hasta mediados del siglo XX. En adelante, las antiguas fortalezas de barro y adobe serían centinelas habituales a ambos lados del camino. Símbolos de un poder antiguo con sus torres cuadradas engarzadas a las esquinas del dado central, más bajo, también de adobe. Comparada con el conjunto de kasbah de Ait Benhadou (en sus múltiples palacios albergó más de 1.000 habitantes y el rodaje de Gladiator) la gran kasbah de Telouet fue lo que una astilla a un árbol. Para llegar a ella rodamos sobre quilómetros de piedras por primera vez, desa ando los neumáticos lisos de 1.50. Aunque viajábamos con cubiertas plegables de 2.00 en las alforjas, no las llegamos a cambiar nunca, aunque es muy recomendable. ¿Una locura? Seguramente, pero en subida la tracción aumentó debido al equipaje y, en cuanto al descenso, trazar sobre piedra sorteando hoyos y roca, resultó electrizante. Enlazando con la carretera de Tichka, llegamos a Ouarzazate, antesala de las dunas de Zagora. Desviándonos hacia el este, comenzamos a reseguir el río Dades. El viento a favor nos hizo volar sobre el asfalto a casi 40 Km./h., mientras la silueta pétrea del Atlas se recortaba a la izquierda entre nubes y bruma. Ante nuestros ojos no había nadie, ni casas, ni árboles ni, apenas, coches. Cada ondulación del terreno iba seguida de más roca y una nueva colina levantándose a kilómetros de distancia. Luego todo fue cambiando: las palmeras salpicaron los bordes de un cauce seco, reaparecieron las kasbah, los poblados y los ciclistas que, pegándose a rueda, nos acompañaban a trechos. En un alto, vimos los sombreros cónicos de unas ollas de tajin y nos detuvimos a comer.

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jueves, 26 de noviembre de 2009

Canyon es una de las marcas germanas más pioneras e innovadoras y que en los últimos tiempos se está introduciendo con fuerza en nuestro país. Gracias a sus decenas de patentes creadas en los últimos años y una peculiar filosofía de ventas (se establece directamente una relación cliente-fabricante sin pasar por ningún intermediario ni distribuidor, sólo mediante su portal de internet -la web en castellano está actualmente en construcción-, empiezan a entrar en nuestro mercado ofreciéndonos unas bicis muy competitivas con una relación precio/calidad que seguro dará que hablar. Es el caso de la Nerve XC 9.0.

CUADRO: Los chicos de Canyon nos dan la opción, aparte de comprar la bici completa, de adquirir su magnífico cuadro Nerve X.C. 9.0 suelto, que con un peso de 2,390 Kg. (sin amortiguador) y por 999€, la hacen una clara opción para los que buscan una buena bici con una más que aceptable relación calidad-precio. Su pintada en negro anonizado y las letras plateadas le dan una estética moderna y muy cañera, al igual que resistente y duradera. Tanto el triángulo principal como el basculante están fabricados en aluminio 7005 obteniendo así un cuadro con peso reducido y de gran resistencia, gracias también a los rodamientos de precisión utilizados, que nos darán una larga vida al conjunto.

El sistema de suspensión que nos ofrece es un clásico tipo “turner”, denominado “four link suspensión” de 115 mm de recorrido, que hará las delicias de los bikers más exigentes del grupo. Gracias al refuerzo en las pletinas superiores notaremos una mayor rigidez en el basculante, repercutiendo así en un buen funcionamiento del amortiguador trasero Fox Float RP23, esta maravilla de la tecnología que, con la ayuda del “Pro-pedal”, nos ofrece una calidad de marcha muy agradable, sólo amortiguando cuando lo necesitamos y sin molestar al pedaleo en ningún momento.

TRANSMISIÓN: En Canyon saben lo que se hacen y eso se nota en la manera como han seleccionado los componentes, a conciencia en todos los modelos y en especial esta Nerve XC 9.0. En mandos y cambio trasero se ha apostado por Sram X.O, con una suavidad y precisión excelentes. El cambio delantero es un Sram 9.0, un punto por debajo, pero con un comportamiento que está a la altura. Otro toque de calidad son las bielas Shimano XTR y los piñones XT, que nos dan un funcionamiento general muy agradable, preciso y con un tacto difícil de superar.

MONTAJE: El conjunto de componentes que nos encontramos en la Nerve XC 9.0 los resumiría en una sola palabra, calidad. La tija Thomson Elite y el sillín Selle Italia SLK de piel sólo son el principio. Para seguir, encontramos una potencia de la marca Syntace FL39, un poco larga para mi gusto, pero que nos aporta una postura muy racing, sobre todo para subir como una bala.
Del manillar se encarga el Easton Monkey Lite SL, súper ligero. Por otra parte, en esta Canyon se apuesta fuerte por DT SWISS, que viste a la bici con bujes 240IS, llantas XR 4.2D y, cómo no, todo montado con sus propios radios DT SWISS. Los neumáticos de la marca Schwalbe, modelo Nobby Nic, son realmente eficaces en todo tipo de superficie, dándonos un gran agarre sobre todo en subida.
En el apartado de frenos, qué mejor que unos Formula Oro con maneta de bra de carbono y cable reforzado. El disco trasero de 160 mm. y el delantero de 180 mm. nos frenarán en todo momento y en cualquier circunstancia con el tacto progresivo y preciso que tanto nos gusta.

Por lo que respecta a la suspensión, apuesta más que segura con Fox, tanto en la suspensión trasera como en la horquilla delantera. La horquilla Fox RLC 32 de 100 mm. de recorrido nos ofrece un tacto muy bueno, con un peso comedido. Destacan los diales de regulación y bloqueo, muy a mano y fáciles de regular tanto en marcha como en parado. El amortiguador Fox Float RP23 es otra maravilla de la marca del zorro. Ofrece 115 mm. de recorrido con un funcionamiento impecable que podremos ajustar muy fácilmente en marcha con sus múltiples diales.

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